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Cuidado con los Deja vu

  • Foto del escritor: Carmen Escorcia
    Carmen Escorcia
  • 19 ene 2020
  • 3 Min. de lectura

Sábado suena la alarma y recuerdas que este día te toca trabajar, miras el reloj y entras en la terrible decisión de levantarte para ponerte al día con tus sesiones de yoga las cuales prometiste este año si llevarlas a cabo para tu bienestar físico y el de los demás por aquello de que andas en actitud zen. Al final ganan esos cinco minutos de más que se convierten como hora y media, luego la difícil decisión de definir que ponerte dado que ese día tienes dos activaciones las cuales involucran una actividad física; con el reloj corriendo elijes los más rápido posible y sales corriendo para poder llegar en tiempo para hacer el montaje de tu evento.


Con todo y que no liberaron uno de los espacios solicitados, respiras aún con lo que queda de tu actitud zen y logras preparar todo, para estar con el nervio que todo aquel quien organiza un evento conoce a la perfección "¿llegará alguien?". Afortunadamente se logra un foro decente de audiencia y comienza la activación la cual resulta ser una buena experiencia donde hasta acabas siendo parte del Dance Fit que conseguiste para la campaña de #Wellness2020.


Una vez finalizado con ese primer evento y considerando tener tiempo para poder hacer los reportes correspondientes, te enteras que no fuiste informado de una activación de una marca donde solicitaron apoyo del almacén y luego de exteriorizar tu queja, acabas apagando el fuego como buena mercadóloga.


Minutos de respiro mientras preparas tu saludable comida en tu casa donde decidiste ir a comer aprovechando que disminuye el tráfico el fin de semana y llega a ti la idea de hoy tengo ganas de hacer algo, comienzas a ver tus contactos hasta ver a uno que regularmente no está disponible los fines de semana más aplicas el vamos a intentarlo.


Acto seguido en esta obra que titulare a partir de este momento "Cuidado con los deja vu", comienzan a intercambiar mensajes y hasta que de pronto se esfuma, sin acordar si harían algo o no.


Regresas a trabajar con esa sensación atravesada en el estomago que no sabes si el pollo que comiste traía gen de gallo de pelea o que onda, en una total madurez de haber aprendido de tus errores te concentras en tu trabajo y todo fluye a la perfección.


Llegas a tu casa en carácter de me duele todo, más con la alegría de quien ama su trabajo y aunque esto implique trabajar un sábado, decides poner una película para disfrutarla como todo un adulto con copa de vino tinto con maridaje de palomitas.


Dan las 11 y algo cuando recuerdas que el individuo ya no te escribió, mientras subes las escaleras relajada con la copa de vino te llega el Deja Vu de que esa sensación vivió en ti por nueve años, si claro los mismos que pasaste anclada al Innombrable y antes de caer en brazos de Morfeo juras no volver a esas toxicidades.


Domingo suena tu alarma y con el ojo aún medio cerrado vez mensaje con hora de las 2:30 a.m., a lo cual dices "no ma..." y muy en contra de tu sentido respondes al mal escrito vocablo de cuatro letras las cuales deduces era algo así como un hola, acto seguido responde y se desata lo que acaba en un "aja ok" de mi parte a la conversación antes de hacer meditación y yoga.


Una vez con tanta respiración y con mensajes pendientes, logras poner en palabras lo atorado en tu estomago a lo que te responden un "no soy él", para lo cual tu bomba nuclear lista para explotar detiene en automático la cuenta regresiva tras darte cuenta que en un 99.9% el individuo tiene cierta razón y si bien no quieres repetir los mismos errores hay que tener cuidado con los Deja Vu.


Quizás esa sensación de Deja Vu de esto ya lo viví, es sólo el miedo disfrazado, si bien las experiencias son para no cometer los mismos errores, también hay que saber separar las situaciones y no confundir el discurso de no tropezar con la misma piedra, con querer ver a todo individuo que se cruce por tu vida como si fuera la piedra que se cruzo en tu camino y con quien tantas veces tropezaste hasta que por fin tuviste la brillante idea de patearla para que no volviera a cruzarse en tu camino.





 
 
 

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