¡¡Berrinches!!
- Carmen Escorcia
- 8 feb 2018
- 2 Min. de lectura
Hace unos días cuando decidí iniciar mi proyecto del Bullet Journal en pos de encontrar la libreta adecuada, visite una tienda con mi pequeña sobrina de tres años quien se ha convertido en mi acompañante de shopping.
A penas si entramos corrió a un anaquel donde estaban unos libros con calcomanías de diferentes personas y tras tomar uno me voltio a ver con sus ojitos brillantes más sonrisa dulce para decirme "¿me lo compras?"; a lo cual en automático antes de contestar un si o no me di a la tarea de ver el precio, cuya suma hizo que mi boca expresará un NO.
Tras mi respuesta la reacción fue una mueca seguido de ¿me compras otra cosa? a lo que respondí vamos por lo que tía vino a buscar y veremos. Luego de dar varias vueltas buscando el material que quería comprar, la insistencia de ¿me compras algo? fue in crescendo seguido de mostrarme cosas tan extrañas que realmente ni quería.
En un intento vano de negociar con ella le propuse que mejor buscáramos en otro lado porque ahí todo estaba carísimo y además un día anterior le había comprado un bote de masa de Play-Doh, el resultado no fue el esperado y mi pequeña estallo en un llanto el cual retumbo la tienda.

Y ahí estaba yo ante el temible y popular BERRINCHE arma que utilizan los niños para materializar sus demandas.
En plena caja tuve que hacer acopio de mi fuerza de voluntad ante los gritos y llantos ante la mirada de miedo de la cajera para no ceder a la presión que ejerce el berrinche sobre los adultos haciéndonos ceder con tal de que vuelvan a la calma.
Pagada mi compra y con la melodía del berrinche en DO MAYOR salí de la tienda, tras ver que no había logrado el objetivo se seco las lágrimas y me dijo "¿vamos a ir a otro lugar y me compras algo?.
Solté la carcajada y le dije obvio no, si bien ser tía se en mucho nos volvamos en consentir a los pequeñitos también de vez en cuando una ayudada a los padres con lecciones de que los BERRINCHES no son el medio para obtener lo deseado además de educar a los pequeños también pone a prueba nuestra tolerancia.
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